lunes, 25 de enero de 2010

En gran parte, somos agua.


El agua es el elemento que se encuentra en mayor porcentaje en nuestro cuerpo.  En etapa embrionaria somos en un 97% agua, luego de nacer baja a un 80%, sigue decreciendo con los años y rodea el 70% a 75% durante casi toda la vida, siendo cercano al 65% al momento de morir.  Visto así, podemos deducir que para el ser humano agua es vida.
No es extraño que así sea, pues en la naturaleza el agua es vida y nosotros no somos más que otra especie dentro de este maravilloso y delicado equilibrio.

La mayoría de las funciones y órganos de nuestro cuerpo requieren de agua, una muestra:


  • El cerebro es 75% agua
  • Se necesita agua para exhalar
  • El agua regula la temperatura del cuerpo
  • El agua transporta nutrientes y oxígeno a todas las células en el cuerpo
  • La sangre es 92% agua
  • El agua humedece el oxígeno para respirar
  • El agua protege y amortigua órganos vitales
  • El agua ayuda a convertir los alimentos en energía
  • El agua ayuda al cuerpo a absorber los nutrientes
  • El agua se deshace de los desperdicios
  • Los huesos son 22% agua
  • Los músculos son 75% agua
  • El agua amortigua las articulaciones
La correcta hidratación de nuestro organismo facilita la natural realización de los procesos biológicos, evita el estrés de los órganos, y redunda en una mejor salud física y mental.  Cuando nuestro organismo está deshidratado se produce en primer lugar una disminución del volumen de sangre, esta se espesa y se dificulta el transporte de O2, elevándose la temperatura de los órganos.  La deshidratación leve provoca cansancio, debilidad y mareos;  la moderada, calambres, mareos y desorientación, sobre todo si hay mucho sol, y, por último, la grave, puede provocar la muerte.  Cuando esta situación, sin ser aguda, se mantiene en nuestra fisiología producto de malos hábitos de alimentación, el organismo comienza a funcionar bajo condiciones precarias o de estrés, mostrando ciertos rastros más o menos comunes.

Los dolores de cabeza constantes, la sensación de mareo y salto en el ojo, los calambres, la dificultad para conciliar el sueño, el estreñimiento, la fatiga crónica y la pérdida de claridad mental, por dar ejemplos, pueden en muchos casos deberse a una mala hidratación.  A nadie se le ocurriría hacer andar un vehículo sin aceite en motor y agua en el radiador, sin embargo muchos llevan fuerzan su cuerpo a funcionar sin agua suficiente.

La ingesta diaria de agua recomendada en un adulto es de 3 litros, esto considerando el agua presente en los alimentos como un aporte máximo del 50% (frutas y verduras principalmente), por lo que a lo menos debemos tomar 1,5 litros de agua pura.  Si no tomamos agua, nuestro cuerpo necesitará extraerla de algún lado, es así como se espesa la sangre y luego se endurece el contenido de nuestros intestinos, intoxicando nuestro organismo al usar material que debería ser desechado.

La importancia del agua va más allá de o meramente funcional, el agua es un elemento sensible, que tiene memoria, debemos cuidar nuestra agua con pensamientos y emociones positivas, tomar agua lo más pura posible y agradecer cada vaso de agua y cada bocado que llevamos a nuestro cuerpo.

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